En el proceso de construcción de una crónica entra en juego un elemento fundamental que garantiza un mayor acercamiento a lo esencial de lo que se cuenta: el profesor del taller quien asume la función de filtro, pule el texto, sugiere variaciones y contribuye a la realización de la escritura adecuada y a lograr el tono preciso de esta. Se fusionan los conocimientos del docente y la habilidad del alumno para ver más allá de la realidad que tiene frente a sí en el momento de abordar al personaje objeto de su trabajo; son fundamentales la perspicacia y la sutileza para dar un orden narrativo al relato y, ante todo, permitir que a través de la crónica se reconstruya una vida, se recobre una voz, una huella de lo vivido y sentido.
Siempre fue necesario contar con la valentía y dedicación del estudiante en el proceso de entrega tras entrega de los informes: forjaba su carácter en cada corrección y ponía a prueba su esfuerzo y perseverancia. La materia Taller de Escritura se desarrolla en un formato nuevo de evaluación y aprendizaje haciendo que ella misma sea un reto y desafío constante, puesto que implica otras maneras de leer la realidad para producir textos escritos acerca de ésta.
De todo esto, además de la recompensa de haber realizado una buena crónica, nos queda una enseñanza gratificante representada en la experiencia de haber conocido la historia de una vida, un pasado que deja una impresión en la que se descubre una verdad sin adornos, sin arreglos. En algunas ocasiones, las más afortunadas por supuesto, deja un contacto más cercano con la realidad y convoca a la reflexión interior de cada uno de los cronistas y de los lectores.