Autores: Andrés Felipe López López y César Augusto Guerra Villa
Sea o no fenomenológica —aunque Edmund Husserl quisiera que lo fuera—, la filosofía de la ciencia y la del conocimiento son una práctica especial de la reflexión. Origen, cimientos, proceso, relevancia, técnicas y resultados de nuestros sistemas de interpretación, sean formales o no, así como las dependencias o conexiones entre ellos, conforman una parte del interés primero de la filosofía de la ciencia. La otra parte es el punto al que se remiten en última instancia todas las comprensiones, que en este caso es un quién, el ser humano, que constituye la más fuerte de las relaciones entre ambas filosofías. Al fin y al cabo, saber y ciencia designan actos de la existencia humana; de hecho, no solo designan, sino que la muestran. Cuando digo aquí reflexión afirmo poner las cosas en claro, clarificar el bien cultural de nuestras ontologías, retrocediendo, avanzando hacia atrás, hasta sus emanaciones, ya sean históricas, ya sean en la experiencia y la razón.