Los resultados más significativos de esta investigación permitieron comprender que hay interesantes transformaciones en la forma como los jóvenes asumen la religión, el sexo, el futuro y la vida universitaria, lo que muestra el papel importante que juega la globalización en la formación de identidades que son ahora más flexibles, líquidas y lejanas a la lógica moralista de los tiempos modernistas. Igualmente, permitió constatar que si bien estos jóvenes se encuentran obligados a cumplir con el mandato de ser universitarios ante sus familiares y amigos, esto no significa que sepan cómo lograrlo ni que cuenten con una institución universitaria que facilite este proceso. Por esto, la universidad, en muchos casos, es asumida como un “escampadero provisional” que amplía la moratoria social de los sujetos, creando así un halo ilusorio de expectativa de movilidad social que probablemente jamás ocurrirá por la vía de la profesionalización.