La educación social, asentada por la pedagogía social, es una alternativa que hay que explorar, no para adaptar al ser humano ni para adoctrinarlo, mucho menos para controlarlo socialmente, sino para potenciar en él la capacidad de aprender y adquirir una ética social que le permita convivir en situaciones de dificultad y carencia, sin destruirse, ni destruir a los demás. Pero, para que esto sea posible, es preciso reinventar la pedagogía social y sus prácticas, en un discurso intercultural, no universalizante, que acoja otras lógicas de formación en el aprendizaje social, tales como el afecto, la responsabilidad, la creatividad, la fantasía y, asimismo, involucre los agentes culturales.
Se espera que este libro, producto de la investigación focalizada entre 1982 y 2000 en Colombia, contribuya a sacar a la luz realizaciones en el campo de las prácticas sociales y del discurso educativo, que deben servir de inicio a un camino sólido para fortalecer el pensamiento y la acción educativa social en el país, tanto para el futuro de la formación de los educadores sociales como para la investigación en el área. Esta es la apuesta y el derrotero está marcado. Se trata de continuarlo y recorrerlo con todas sus consecuencias.