El libro se insinúa como obra documental en dos aspectos: la recolección esmerada de los escritos papales más conducentes a la finalidad misma del libro y la recolección de los escritos de vida profesional y teológica de Isabel Corpas en la larga duración de su magistrado en renombrados centros teológicos universitarios.
El libro es una de las mejores comprobaciones de que el escrito es la imagen y la semejanza de quien lo produce. Este libro es la mujer, la esposa, la madre, la creyente, la profesional, la teóloga, la maestra que lo produce y que se reproduce en su libro. Desde aquí se hace certera la visión de Gadamer que interpretar no es un simple reproducir horizontes textuales, sin producir al mismo tiempo los horizontes textuales, sin producir al mismo tiempo los horizontes de quien interroga e interpreta en la propia contextualidad de su ser.