Estas páginas se dividen en dos partes muy concretas: algunas se refieren al hombre San Agustín, a su vivencia como tal, su relación con la mujer y la experiencia vital que tuvo con su hijo Adeodato, y la otra que toca más con su reflexión filosófica, considerándolo siempre como el gran maestro del pensamiento cristiano occidental, no solo en filosofía sino también en teología y en la interpretación que hizo de la historia.
La lectura de este texto, que nos muestra a San Agustín, como un ser humano lleno de inquietudes, pero con la tenacidad de seguir adelante en la búsqueda de la perfección espiritual, será sin duda fundamental en la propuesta de un horizonte propio, dentro del pensamiento cristiano, permitiendo el rescate de valores espirituales en la realización de una vida capaz de dar alternativas positivas dentro de este mundo confundido y perdido en el vértigo de un afán consumista y frívolo.