Aunque procedentes de todos los rincones del planeta, desde la A de Alemania a la V de Venezuela, gran parte de estos cuentos y poemas tienen ese aroma mestizo e inconfundible de las Américas. Montada en sus palabras, he viajado al trópico, a la selva, a bosques de lluvia, a calles bonaerenses, a bohíos cubanos… y también, en un viaje más profundo, al interior de corazones armonizados en la búsqueda de las esencias que a todos nos hermanan.
Cuando leía esos sugerentes materiales, venían en tropel a mis ojos, a mis oídos, a las aletas de mi nariz, esos aromas mestizos que quedan grabados en el alma. Una vez te han visitado, no te abandonan.
La tradición oral que empapa las líneas escritas; las huellas míticas del changó cubano, del pachamama inca, del antu mapuche, del tupán guaraní, del bochica colombiano… Y también, como no, el sincretismo posterior, la mezcla con nuestros mitos peninsulares llegados como cargamento añadido en los barcos allende el Atlántico.
Entrelazamientos mágicos entre prosa y poesía: la prosa tejida con hilos poéticos y la poesía trazada con rasgos épicos.