La temática humanismo y persona no es circunstancial en la universidad ya que su identidad hunde sus raíces en la importancia que se da al ser humano concreto, singular e histórico. En este siglo XXI, ¿qué se puede hacer para que se dé un humanismo auténtico que desarrolle todas y cada una de las potencialidades del ser humano? El devenir de la época actual plantea la necesidad de pensar el mundo a partir de la persona, lo cual no debe entenderse como antropocentrismo absoluto, sino como la posibilidad de afirmar la humanidad del ser humano, de establecer lo humano como lo específicamente concreto, vital y esencial.
Es en este punto que la humanidad no tiene como objeto una explicación ni una fundamentación intelectual de un esquema de vida de la actividad humana; no son una técnica cognoscitiva que simplemente ayuda al vivir humano; no se centran en un simple conocer al hombre. Las humanidades –parafraseando a Gabriel Marcel– deben hacer frente a toda técnica deformadora y destructora de la sacralidad del ser humano y por tanto deben recoger todo intento de orientar su quehacer en esa incesante proyección de la humanitas. No es otro el sentido que tiene esta colección.