Autores: Freddy Santamaría Velasco, Angélica María Rodríguez Ortiz, César Augusto Guerra Villa, Yebrail Castañeda Lozano, Dora Alejandra Ramírez Vallejo, Andrés Felipe López López, Rodrigo Varela Olaya, Ángel Rodrigo Vélez Bedoya.
“La filosofía de la acción social, expuesta en el pragmatismo lingüístico, da prioridad al lenguaje, pues sin éste no existirían ni la acción social ni el trabajo. Los hechos sociales son creaciones humanas en el uso del lenguaje. Los hablantes se comprometen con el lenguaje y en su uso se obligan a actuar de determinada manera en las instituciones sociales, puesto que es el elemento que crea, a partir de su uso, el hecho social. Los pactos lingüísticos de la colectividad, al crear, de manera intencional, las instituciones sociales, son los que soportan colectivamente las acciones sociales y la institución del trabajo (…) Lo que se ha considerado como trabajo en la sociedad, no es más que una institución, la que, a su vez, como lo expone Searle (1995) no es más que la creación intencional de la colectividad a través del uso del lenguaje. Cada institución social es creada por la conciencia y la intencionalidad colectiva y expresada en términos del lenguaje. (…) Es decir, el trabajo no es visto como un subsistema cuya característica está dada en torno a las necesidades y la conservación de bienes y servicios, sino como una institución, en la cual los sujetos a través de la sociedad han creado dicho fenómeno con el uso del lenguaje y han definido con el lenguaje las funciones de estatus de manera colectiva. Ni siquiera se podría hablar de sistema de bienes y servicios, si a través del uso del lenguaje no se hubiese creado la institución de la economía y definido colectivamente el papel del ser humano en esta”.
Angélica María Rodríguez Ortiz