En la segunda mitad del siglo XX la sociedad ha presenciado una diversificación sin precedentes del campo de lo religioso, en un proceso de despertar que contradice todos los pronósticos de secularización que se supone debería traer la modernidady que representa un fenómeno tanto global como local. Este fenómeno encuentra gran afinidad y sincronía con otro importante cambio, esta vez en la cultura política, constituido por la diversificación del campo político que se expresa en la proliferación de nuevos partidos y movimientos políticos que intentan constituirse en opciones alternativas de poder. Estos son los aspectos centrales del presente texto.