Hasta finales de la década de los 80, las clases medias fueron las grandes beneficiarias del modelo de sustitución de importaciones en América Latina. Sin embargo, con el desmonte de este modelo y la consecuente aplicación de medidas neoliberales que se implementaron en el país a principios de la década de los 90, los grupos adscritos a las capas medias fueron sometidos a procesos de empobrecimiento que vulneraron las condiciones económicas y sociales consolidadas. El desempleo, la desocupación, la disminución y, en el mejor de los casos, el estancamiento de los ingresos, empezaron a afectar, desde mediados de la década, el consumo y el estilo de vida de grupos como los profesionales y los empleados. Es precisamente sobre las capas medias que han recaídolos discursos de responsabilización individualizante, mérito y emprendimiento que hoy difunden los manuales de administración y las organizaciones públicas y privadas. Este nuevo sistema de valores que se impone en las organizaciones, unido a la casi total desaparición de organizaciones colectivas de tipo sindical, ha dejado expuestos a los trabajadores, en general, a sus propias capacidades de superación en la empresa, lo cual genera un tipo particular de sentimiento de “sálvese quien pueda”. A esta nueva lógica de individualización y precarización es que están expuestas las nuevas clases medias profesionales.