El enunciado “estilo de vida swinger”, con el que se hace referencia a la decisión de una pareja amorosa de participar en intercambios sexuales con otras parejas, genera, inevitablemente, reacciones diversas en la mayoría de las personas, que pueden ir desde la exaltación dionisiaca del placer como finalidad, hasta los juicios morales más feroces en nombre de la defensa de los principios y los valores de la mesura apolínea, originarios –lo dionisiaco y lo apolíneo– de los mitos y las prácticas greco-romanas y devenidos ambos en la oposición de polaridades entre “lo bueno” y “lo malo”, “lo pecaminoso” y “lo sacro”, que a partir del siglo III d.C. constituyeron los principios de la moralidad cristiana. Sea como fuere, el enunciado “estilo de vida swinger”, denominación dada por quienes adoptan dicho estilo de vida, señala el pacto entre dos sujetos que constituyen una pareja amorosa estable de inscribir su sexualidad por fuera de la exclusividad con el partenaire, pero condicionada a la presencia necesaria de los dos miembros de la pareja y a que los acontecimientos derivados de ello sean legitimados y consentidos por ambos.
En el presente libro se trata de omitir, en la medida de lo posible, tomar partido por una u otra de las posiciones mencionadas, –exaltación del placer o moralidad–, pues el interés que nos mueve en relación con el tema es indagar por lo que acontece con la subjetividad de quienes se inscriben en dicho estilo de vida; de manera más precisa, lo que sucede en torno a dos lógicas que hemos considerado fundamentales por ser inherentes a la subjetividad en el lazo que sostiene a la pareja amorosa: el amor y el goce.