El acercamiento a los contextos de violencia acaecidos en Colombia ha permitido identificar dos formas de narrar la historia de dolor y sufrimiento: una de carácter historicista, centrada en la sucesión de hechos determinados por los especialistas y establecida como historia oficial, y otra de carácter narrativo, contada por las víctimas directas del conflicto armado. En ella confluyen el recuerdo y el relato, que luego se fusionan con las expresiones culturales y religiosas propias de los pueblos que las crean y trasmiten. Acoger esta última manera de contar la historia abre caminos para develar los vejámenes no resueltos en el pasado y propone grandes retos para las ciencias y saberes, que deben acoger estas expresiones confeccionadas por las víctimas.
Por ello, leer e interpretar el período de posacuerdo desde la hermenéutica dialéctica propuesta por el teólogo alemán Johann Baptist Metz, desde una memoria passionis, tiene unas implicaciones prácticas para el quehacer teológico. Por un lado, compromete a la teología en el ejercicio de recuperar la cercanía a las realidades de dolor y sufrimiento de las víctimas de un conflicto que amenaza con sepultar los anhelos de justicia de un pueblo que clama con el salmista: “ Despierta ya! ¿Por qué duermes, Señor? ¡Levántate, no nos rechaces para siempre! ¿Por qué ocultas tu rostro y olvidas nuestra miseria y opresión?”(Sal 44 (43), 24-25).