La escritura del presente texto se sostiene en el interés de dilucidar el lugar del sujeto en el campo de la ciencia. El primer desafío que asume es situar el modo en que ciencia y medicina se enlazan, dando lugar de manera progresiva a un modo particular del quehacer clínico del médico. Esta tarea requiere significar el tipo de ciencia a la cual se alude así como también el tipo de medicina a la cual se hace referencia; a saber, aquella ciencia que surge del positivismo y aquella medicina emparentada con sus principios. Dicho esto ¿qué ocurre con la clínica médica? A partir de allí, se pone sobre la superficie la reflexión sobre la observación en tanto técnica que se halla en el seno de la práctica médica científica y configura una particular relación entre el saber médico, el médico en tanto que agente de ese discurso y el paciente. Aportar a la dilucidación del lugar del sujeto en esa estructura de relaciones, es la apuesta del presente trabajo que tiene como fin mostrar la pertinencia y vigencia de una práctica clínica refundada por Freud sobre principios descentrados del positivismo. Se trata de un marco de pensamiento distinto, el psicoanalítico, que propone una práctica clínica guiada por la escucha de aquel malestar subjetivo no conquistado (aún) por el lenguaje nosológico y que trae consigo un sufrimiento psíquico.