Las transformaciones en los sectores productivos y el declive de la condición salarial con todas sus desventajas han precarizado el mundo del trabajo en materia de estabilidad laboral, seguridad y protección social, hecho que ha cambiado profundamente la estructura social de los países occidentales. Si bien es cierto, que los efectos negativos de la flexibilización laboral afectan fundamentalmente a las poblaciones menos calificadas, a los trabajadores más jóvenes o a los más viejos y con menos redes de sociabilidad, acentuando así la desigualdad y la exclusión, resulta interesante que actualmente estos procesos de exclusión generados por la precariedad del trabajo comienzan a afectar también de manera distinta y en menor proporción, pero quizás sólo por ahora a los grupos profesionales.