Una buena manera de saber cómo va el desarrollo de América Latina y el Caribe es analizar los datos que provee el Banco Mundial y cruzarlos con el saldo de metas alcanzadas y por alcanzar que dejó el acuerdo del Milenio, pacto suscrito por los jefes de Estado y de Gobierno de 147 países en la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre del año 2000.
La desesperanza ha marcado la historia de América Latina, pero ser hoy un continente consciente le permite mirarse y mirar otras regiones y establecer, por fin con voz propia y con la participación del mundo, su destino. Por encima de varios, un gran reto a superar es el de la desigualdad. Federico Engels dijo que “la misma nueva sociedad, a través de los dos mil quinientos años de su existencia, no ha sido nunca más que el desarrollo de una ínfima minoría a expensas de una inmensa mayoría de explotados y oprimidos” (Engels, 1884, p.48). Sin embargo, es un momento de transformación el que se vive en esta región y tan delicado como aplastante ha sido su realidad adversa.
El encuentro de 2000 definió una agenda internacional, pactada a 15 años, para dar respuesta a problemas mundiales recurrentes como la pobreza extrema, el deterioro ambiental, la falta de acceso a los servicios de salud y una educación con calidad, entre otros. Esto quedó sintetizado en ocho grandes objetivos que además fijaron la ruta de una alianza entre las naciones para hacer de la cooperación internacional un instrumento del desarrollo humano sostenible.
Autores: Rafael Domínguez Martín, Shirley Martínez, Luis Hernández, Carlo Tassara, Álvaro Andrés Hamburger Fernández, Ibelis Blanco Rangel, Henry Giovanni González y Darío Gerardo Zambrano Cortés.